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Jul
BIG FESTIVAL 2013 (NEIL YOUNG...)- (Biarritz)
Crónica y fotos: Javi Galeano
21/7/2013 (Biarritz)    

Estaba claro. El día grande del Big Festival para cualquier amante del rock, era el día de Neil Young & Crazy Horse. Gary Clark Jr sería la sorpresa del día y Jonathan Wilson y su banda amenizarían la jornada. El grupo que precedía a éstos… ¿quién sabe? No pudimos entrar antes al estadio Aguilera de Biarritz, así que ¿por qué hablar de algo que no se ha visto? Además…, íbamos a tener más que suficiente, en este festival de cuatro días, que cada año se celebra en el sur del estado francés, aglomerando estilos de música de lo más variopinto como rock, reggae, rap o electrónica entre otros.
 
La media de edad era difícil de calcular ese segundo día de festival, pero primer día grande. Nietos y abuelos compartieron una jornada con un sol de justicia, para un verano más que merecido. Lo cierto, es que los viejos rockeros fueron los que mayormente llenaron el recinto, o más bien la grada, ocupando una posición sedente y cómoda, con unos binoculares en la mano. La opción más alternativa y más acertada, sería acercándose al escenario, llenando la pista que ocupaba la mitad del estadio, cuyo césped fue cubierto con un fino plástico.
El sonido folk americano, el rock más suave y cercano Eagles de Jonathan Wilson y su americana music, armados con dos guitarras, órgano hammon, bajo, batería y voces, sirvieron para crear un ambiente “políticamente correcto”, que aunque no les hizo pasar desapercibidos, su música cercana sutilmente a la psicodelia, invitaban a sentarse en el suelo del campo, como muchos asistentes hacían, pero por supuesto, con la “pipa de la paz” entre los dedos y una cerveza bien fría, porque en definitiva, se había ido a disfrutar en todos los sentidos.
La actuación de la banda de Jonathan Wilson, aunque fue correcta, amable y ambiental, pasó sin pena ni gloria. Todo lo contrario al siguiente en ocupar escena: Gary Clark Jr. Un joven bluesman del estado de Texas que se ha ganado este calificativo por derecho propio, influenciado no solo por grandes de la escena blues como Steve Ray Vaughan, sino también por otros como Nirvana, los Jackson Five, The Ramones, o el Hip Hop.
 
Durante su hora de actuación demostró que además de su faceta de actor, es un gran guitarrista, compositor y vocalista. Encandiló a la gran mayoría de los que tuvimos la suerte de presenciar su set, lleno de blues pantanoso, letras de agónico desamor, guiños al country e incluso al hard rock.
Su técnica finger-picking a la guitarra con su mano derecha a la antigua usanza, sin perder presencia al mismo tiempo de cantar, fueron la prueba de que Gary Clarck se lo ha currado, que ha buscado su sonido hasta encontrarlo: un sucio fuzz en las cuerdas, junto con unas melodías suaves cercanas al soul en las voces.
 
Desde el primer tema “When my train pulls down” hasta el conocido hit “Bright lights”, mantuvo a todos en su sitio, con la ayuda de una banda del mismo calibre. Sobresalía un guitarrista con un look totalmente único, escondido tras unas gafas de sol y una especie de túnica negra, que no hacían más que contrastar sus grandes dotes con el slide y como guitarra solista.
 
“Ain’t messing round”, “Travis County”,… perfectas. Pero “Please come home”, hizo que de repente se le pusiera la piel de gallina al que escribe esta crónica. El tempo, la energía y esa voz… provocaron un gran silencio e hizo clavar las miradas al escenario. Después sonarían “Things are changing”, “Numb”, o la que formó parte de la banda sonora del film de Clint Eastwood Golpe de Efecto, “Don’t owe you a thang”.
 
Como no podía ser de otra manera terminaría su set tocando “Bright lights” y dejando claro a todos porque había sido elegido para telonear a Neil Young. Sí, Neil Young a dos pasos de casa… increíble! Y acompañado de la banda con la que grabó sus temas más conocidos, Crazy Horse, nada más y nada menos. Era cita obligada y no iban a defraudarnos.
Como una piña, aparecieron en las tablas, sin que los enormes fender sirvieran, esta vez, de background, pero eso era lo de menos. Verles tocar “Love and only love” y “Powder finger” otra vez juntos haciendo un intro-jam atemporal compensó cualquier tipo de escenografía.
 
Seguidamente dos temas nuevos: “Psychedelic Pill”, con un flanger que no deja de dar vueltas hasta pasar a “Walk like a giant”, donde, ahora sí, el escenario pasa a tener importancia, llenándose de basura sobre la que los miembros del grupo pisotean sin parar sobre este dilatado tema con un silbido que no se te quita de la cabeza.
 
Tras la distorsión exacerbada el grupo volvería a la “americana” con “Hole in the sky”, cantando cual coro góspel al unísono, para meterse de lleno y de forma inesperada en las notas de “Heart of Gold”, con Neil Young a solas frente al público, atrapando a todo el respetable con un interludio acústico, ayudado por sus harmónicas, de poner los pelos de punta con temas de los 70 como el mencionado, seguido de “Human Highway” y versionando a Dylan con un inmejorable cover del “Blowing in the wind”.
El set acústico sucumbiría con Young frente a un viejo piano interpretando “Singer with out a song” en solitario y poco a poco reuniendo a los miembros de Crazy Horse en escena, para volver a recordarnos que el año pasado sacaron nuevo disco, tocando “Ramada Inn”, y metiéndose de lleno con “Surfer Joe and Moe the Sleaze”, levantando al público de nuevo después de “descansar” en un interludio perfectamente elegido, y continuando con la vieja macarrada “Sedan Delivery”.
 
El tema antes del bis y que volvió a levantar a la gente que no estaba saltando como loca en el anterior corte, no podía ser otro que “Rocking in a free world”, emocionando a más de uno, y, a pesar de no ser para nada una balada, haciendo caer más de una lágrima a algún que otro y otra vieja rockera.
No vacilaron ni un segundo en salir a por los bises: “Mr. Soul” de Búffalo Springfield, subiendo aún más arriba a la audiencia, y finiquitando a lo grande con la preferida de “un servidor”: “Hey hey, my my”. Por supuesto en la versión más heavy, cañera, y distorsionada, retumbando cada esquina del estadio Aguilera de Biarritz.
 
La ausencia de más de un tema siempre se echa en falta cuando asistimos a un show de unos artistas de la talla de Neil Young & Crazy Horse, poseedores de una más que extensa, variada e impresionante discografía. Muchos habrían preferido que hubiera sustituido la versión de
 
Dylan por el Cinnamon Girl, pero después de un concierto como este en Biarritz, no habría hecho falta mucho más, pues la endorfina segregada ese día nos hizo olvidar cualquier tipo de mengua. Nos hizo olvidar las largas colas; los malentendidos en las taquillas para conseguir entradas; el mareo que hicieron pasar a los fotógrafos durante el show de Neil Young; el escaso número de mingitorios, o que la noche se había hecho demasiado corta y había que volver al redil.
 
Y el Big Festival de este año 2013, nos hizo grabarnos en la mente el nombre de Gary Clark Jr, nos hizo gozar del buen ambiente de Iparralde para disfrutar de buena música, darnos cuenta de que la diversidad de estilos no tiene por qué estar reñida para compartir cartel, y por último nos hizo apuntar en la agenda la segunda semana de julio, para no olvidar que posiblemente el año 2014, vuelva a caer por estas tierras compartidas por euskaltzales, hispanófilos y afrancesados, otra estrella fugaz como la que cayó en el estadio Aguilera: Neil Young & Crazy Horse. Inolvidable.

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