Lo llevábamos anunciando hacía ya tiempo y, aunque no son pocas las veces que Gamma Ray nos visitan, siempre es buen momento para ver en directo a los de Hamburgo para dejar atrás malos rollos y pasarlo en grande con la energía positiva que desprenden.

En esta ocasión con más razón para la fiesta, pues este es el año en que la banda de Kai Hansen, fundador de Helloween, cumplen 25 intensos años de carrera. Y para celebrarlo invitaron al convite a Ironfly y Serious Black.

A las 19:00 se abrían las puertas y, antes de esa hora, ya se formaba una tímida cola para entrar a la Sala Totem de Villava. Una sala a la que, aunque no está exactamente en el centro de Pamplona/Iruña, no es difícil acercarse en coche, transporte público e incluso con autobuses especiales para asistir a muchos de los eventos que organizan de carácter muy variopinto.

Los londinenses Neonfly ocupaban el escenario, no para interpretar sus primeros temas, sino para terminar la prueba de sonido que aprovecharon hasta el último momento.



Algo que mereció la pena, pues al rato de probar comenzaron a hacer sonar sus canciones con una calidad sonora como se merece cualquier grupo, aunque sea telonero. Su set incluía temas como: “Whispered Dreams”, “A Gift To Remember”, “Heart Of The Sun”, “Spitting blood”, o “Highways to Nowhere”. Las miradas de los espectadores no se centraron en el que, normalmente, suele ser el frontman de la banda, el cantante, sino en Frederick Thunder. Quien con su atuendo a base de plumas da una nota estética diferente al show, y deja claro quién es el líder de la formación y el compositor principal de los temas. Además, su condición de mexicano sirvió para que pudiera saludar al público, en su idioma materno, y crear un vínculo más estrecho con éste.

Ofrecieron un heavy metal muy melódico, a la manera de bandas como Dragonforce, pero con tintes más hardrock. Tocando sobre todo cortes de su último disco, “Strangers in Paradise” producido por Dennis Ward (Pink Cream, Unisonic,…) y un par de su primer larga-duración, “Outshine the Sun”, como fue el tema con el que cerraron su aplaudida intervención: “Morning Star”.

Al poco de hacer los preparativos técnicos, Serious Black salieron escena. No fueron pocos los que comentaron: “¿dónde está Grapow?... y “¿el de Blind Guardian?”... Pero, al rato, todas esas dudas no importaron mucho a los que esperaban ver a la formación original de este supergrupo al completo, pues todas las canciones sonaron como un tiro, e incluso se permitieron un pequeño punto de inflexión tocando “I was made for loving you” de Kiss y “Rock you like a huracane” de los alemanes Scorpions.



Reordenaron los temas de su álbum “As Daylight Breaks” para cuajar con más fuerza en directo y, se podría decir que lo consiguieron. Después del intro sinfónico de rigor que precede a “Akhenaton”, una canción que hace honor al faraón revolucionario del antiguo Egipto y marido de la conocida Nefertiti (cultura y época que da para escribir infinitas canciones de corte épico a modo de culebrón), fueron in crescendo con “Trail of Murder”, seguido del clásico doble bombo continuo de “Older and Wiser” para, tras el punto de inflexión de los covers, pasar a la posiblemente más melodiosa de la banda, “Sealing my Fate”. Después sonaría “Setting Fire to the Earth”, la pausada “Listen to the Storm” y cerrarían con los temas que abren su álbum de debut: “High and low” y “I Seek No Other Life”, que dejarían muy buen sabor de boca a los asistentes antes del plato fuerte.


Un recinto con un gran número de asistentes, es lo que se notó en el momento álgido de la noche. El ir y venir del gentío a fumar, y a perpetrar otros menesteres, frenó en seco y se fijó en la parte delantera de la sala cuando comenzó a sonar “Bad Reputation” de Joan Jet, seguido del intro “Welcome”, para desembocar en su primer gran hit de Gamma Ray, “Heaven Can Wait”. Acabábamos de comenzar y los ánimos ya estaban arriba.

Desde el inicio Kai prestó más atención en su instrumento de 6 cuerdas que en su voz, cediendo espacio al público para que colaborase en los coros, para poderse dar un respiro y moverse con tranquilidad por el escenario, dando así más dinamismo al recital..

“Last Before the Storm” del disco Insanaty and Genious y “Fight” de Majestic, fueron las siguientes. En esta última tomaría el micrófono principal el que sería la gran sorpresa de esta gira, Frank Beck. El nuevo gran apoyo para las castigadas voces de Kai. Seguidamente sonarían los tambores para anunciarnos lo que, para un servidor, fue uno de esos temas que probaron la consolidación de Gamma Ray en la escena, “One With the World” de su redondo “Sigh no more”.

No podía faltar “I Want Out” de Helloween en una noche como esta, en la tierra donde se grabó su videoclip allá por 1988. Pero esta vez llevándola al reggae en una parte de los coros y haciendo esbozar más de una carcajada entre el público.


“Valley of the Kings” del Somewhere Out In Space vendría antes de que Kai Hansen volviera a tomar la riendas en las voces, para interpretar de manera mucho más moderada que en su versión original con Ralf Scheepers, “Silence” de su primer disco, pero haciendo notar el carismático y peculiar registro de Kai con sus falsetes, acompañado por la explosión de coros de toda la sala, y Beck volviendo a escena al final del tema. El nuevo vocalista ya se había hecho ganar el respeto y aprobación del público.



Llegaríamos ya al epicentro del show, con un solo de batería de la mano del gran Michael Ehré, que además de hacer responder al respetable, logró entretener a los que no son de los que gustan de solos, pues optó por interpretar un clásico de las bandas sonoras más épicas, “Superman” de John Williams, que sonó con más fuerza que nunca con sus timbales. Impresionante.


El simpático Dirk Schlächter, que no dejaría de regalar púas e interactuar con el público, haría lo propio con su virtuoso solo de bajo, al que ya está fusionado después de haber cogido la guitarra en más de una ocasión en Gamma Ray.

Volvería la banda al completo nuevamente a tocar “Dethrone Tyranny”. Kai llegaría ataviado con una gorra, muy similar a las del ejército alemán de la 2ª guerra mundial, de las que solo pueden vestir gente como Lemmy. Después de hacer un amago de saludo fascista mofándose, claro está, se deshizo del gorro con desprecio para interpretar el corte de “No World Order”.

Las más recientes “Empathy” y “Master of Confusion” derivarían en un midley de clásicos entre los que se entremezclaron, “Rebellion in Dreamland”, “Heavy Metal Universe”, “Ride the Sky” de los Helloween en que por aquel entonces Hansen hacía de vocalista principal, y “Somewhere Out in Space”. La sala ya estaba tomada por Gamma Ray.


El humo del cigarro que Kai Hansen portaba entre sus labios, sirvió para envolver el ambiente para comenzar los bises, empezando por un “Heading for Tomorrow”, no solo interpretado de una manera sutilmente diferente, sino fusionado en su parte central por “Avalon” de su último trabajo, “Empire of the Undead”. Los solos de guitarra del entrañable  Henjo Richter, portando con orgullo una camiseta blanca como la nieve con el logo de los “Sex Pistols”, recibirían una de las máximas ovaciones del público. Y como guinda del pastel para una tarta de 25 humeantes velas, interpretarían “Send Me Sign” como la tonadilla cumpleañera más apropiada para el momento.

Un salto final desde la plataforma de la batería por parte de Hansen, al compás del último acorde marcaría el final de una noche triunfante para los de Hamburgo que prometieron volver una vez más. Iruña no faltará a la cita, eso seguro.

La noche no terminaría ahí. Tras desalojarse la mayor parte de la sala, se reservó un espacio que el público compartió con algunos de los miembros de las bandas, aprovechando un pequeño descuento para echar una consumición a un precio razonable, y disfrutar de un disc jokey para la ocasión: el célebre Rudy Goroskieta, que hizo sonar todas las vertientes del metal alargando un poco más la velada. Alguien por el que un servidor pudo escuchar por primera vez a Gamma Ray, en su legendario programa Rockefor. Eskerrik asko Rudy!

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Hasta ahí, sería un final feliz el que viviríamos esa noche en Atarrabia. Pero, al salir de la Totem, cuando logramos conectarnos a la red para la leer las noticias que llegaban del país vecino, no salíamos de nuestro asombro… Personalmente, recibí la llamada de mi madre exaltada y me contó lo sucedido, además de lo del cierre de fronteras. Había ocurrido en una sala de conciertos... Por supuesto, da igual donde suceda una masacre de este tipo, pero que pase en un recinto así justo cuando en ese mismo momento estás en un lugar igual, da que pensar....

Cosas similares ocurren todos los días, perpetrados por los mismos canallas o por otro "bando", pero la empatía crece cuando sobre el escenario de la sala Bataclan se encuentran músicos que respetas...



Ni un viernes 13, ni la locura de unos fanáticos armados hasta los dientes, podrán nunca parar lo que es una razón de vida para muchos de nosotros: la música.

Rock on!