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Oct
Glenn Hughes + Jared James Nichols - Santana 27 (Bilbao)
Crónica y fotos: Javi Galeano
Bilbao, 9/10/2015  
glenn_hughes4bw2Fue enterarse de que Glenn Hughes iba a venir de gira por estas tierras para, automáticamente, recordar Bienvenidos al Paraíso. Aquel programa de radio 3 en el que Carlos Pina, cantante de Panzer y locutor, reiteraba una y otra vez la importancia de este músico alejándose, por supuesto, de la mitificación y desde un punto de vista coherente. Era un “must see”, teníamos que ir a verlo.

Cuando, además, supimos que “un tal Jared James Nichols” iba a ser  el telonero de su gira en la península, un músico aclamado por la crítica, ensalzando su figura como una joven promesa del blues rock norteamericano, y galardonado con varios premios por su destreza con las seis cuerdas, fue un incentivo más para acercarse a la Santana 27 de Bolueta a la hora de apertura de puertas, a eso de las 9 p.m. Eran muchos los que no conocían a este portento de la guitarra, pero el hecho de ser parte del cartel de Hughes, era señal suficiente de que no sería moco de pavo. Afortunadamente en este tipo de conciertos, los teloneros no son menospreciados por el público a pesar de no estar al tanto de su denominación.

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¡Qué gran premio se llevaron todos los que desconocían a Jared James! Joven promesa de Wisconsin? ¡Una bestia de los pantanos! Ese es el calificativo que realmente le corresponde (aunque esté afincado en California). jared_james3En mi caso, topé con él hace algún tiempo gracias a ese gran canal de Youtube de “Jam in the Van”, que desde aquí recomiendo encarecidamente, en el que diferentes artistas de blues tocan en el interior de una furgoneta-estudio. Esas son actuaciones en directo de grandes portentos y no el escenario de María Teresa Campos…

Jared James y su banda, conformada por Erik Sandin (bajo) y Dennis Holm (batería), aprovecharon que un gran número de gente ya había pasado la cola que daba a la sala, para metérselos en el bolsillo desde el minuto uno. Arremetieron con temas de su último disco, Old Glory and the Wild Revival, como Blackfoot, Crazy, Can you fell it?, Haywire o Playing for keeps, además de versiones como Come on in my Kitchen, de iconos de la altura de Robert Johnson, que hizo bajar la velocidad de la apisonadora bluesera pero no su intensidad pasando del fingerpicking a la sonoridad cristalina de su slide, o covers como Rock & Roll Hoochie Koo de Rick Derringer, o el tema con el que cerraron, Mississippi Queen, de Mountain.

No quitemos el ojo pues a estos jóvenes portentos de veintitantos años, que además demostraron una gran cercanía y profesionalidad con el público, pues nada más terminar el último tema, Jared bajó las escaleras del escenario y se dirigió a la zona del merchandishing para saludar y firmar a sus viejos y, seguramente muchos más, nuevos fans.

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Después de calmar la sed durante la rápida preparación del escenario, ya que la batería del cabeza de cartel ya estaba montada de antemano, estábamos listos para tomar unas cuantas fotos más desde el foso. Decir cabe que, tanto al inicio del show de los teloneros como al principio de la actuación de Glenn Hughes, los intensos focos rojos no fueron bienvenidos por los que captábamos instantáneas, pero disfrutamos de lo lindo con las poses y el lenguaje corporal con los que estos grandes artistas nos obsequiaron.

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Strombinger fue el potente tema con el que comenzó el espectáculo. Tema que igualmente ha rescatado David Coverdale, en su caso en estudio, para rememorar sus años en Deep Purple. La influencia funk que dejó Hughes en la banda británica, sobre todo en este tema, se hizo notar también esa noche por el protagonismo del sonido de flanger de su bajo. Después sonó, sin dejar silencio por medio, Orion, tema de su etapa en solitario. El público estaba entregado y la banda respondía con miradas de complicidad. La formación en formato power trío ha sido la elegida esta vez por Hugues, cuenta con el virtuoso Doug Aldrich a la guitarra. A pesar de este hecho Glenn quiso destacar, ante todo, su personalidad, su carácter y el buen hombre de familia que es. Por otro lado, el puesto ocupado tras la batería está muy bien resuelto por un “chico malo malo de Suecia”, como lo presentó la voz cantante, llamado Pontus Engborg.

El tema de Trapeze, Way back to the bone, fue la primera en sonar de la banda de los inicios de Hughes. Tras ella, First step of love nos llevó a la época ochentera de este extraordinario vocalista que hizo un comienzo de concierto atronador. El segundo tema de Trapeze en sonar, Touch my life, se lo dedicó al difunto Mel Galley.

De nuevo volvió a sonar un tema de Deep Purple. En esta ocasión fue Sail away la que partió tras el intro de guitarra de Doug que se ganaba las miradas del público, sobre todo del femenino quienes coincidían en asegurar la perfecta percha que hacía para sus pantalones de cuero.

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Algo que fue una nota negativa para una parte de la audiencia fueron las largas explicaciones de Hughes en su idioma materno, ya que, para ellos, paraban el ritmo de la actuación. Cosa que para los que comprendemos alguna que otra palabra de anglosajón, no nos lo pareció. Es más, nos parecieron charlas interesantes en las que Hughes explicaba que sus letras giran en torno a las relaciones humanas, porque para él la música es L-O-V-E. Así lo deletreó para que quedara claro, al menos para algunos.

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También explicó su elección de un tema que, en principio no encaja en el set list, al ser una canción de David Coverdale, Good to be bad, pero eso sí, en la que ha participado en la composición Aldrige. De hecho pude ver a una persona intentando averiguar en vano, que canción estaba sonando en ese momento, con la ayuda del software para móviles de Shazam. Al terminar el corte, el mismo Glenn lo aclararía a los profanos. Una canción con todos los tintes de Whitesnake.

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Fue el momento en el que Doug Aldrige ganaría el protagonismo con su solo de guitarra que serviría para dar un descanso al resto del trío. Un solo lleno de velocidad, sin excesos de distorsión. Muy bluesero y sobre todo hard rockero, para casi hacer sacar humo a su Gibson Gold Top, mientras pedía la respuesta del gentío tras ejecutar cada frase al estilo de A. Young.

Llegó entonces el tema más denso e intenso de la noche: Mistreated. Otro corte escrito por David Coverdale (y Richie Blackmoore) pero en el que la voz llena de matices de Hughes, la hace suya, sobre todo al incluir un pequeño solo vocal en el que se notó más cómodo en las notas altas que en las grabes. Fui testigo, en ese momento álgido, de ver caer las lágrimas por la curtida cara de un fortachón con chupa de cuero, pero con un corazón derretido que no salía de su asombro, al darse cuenta de la leyenda viva que tenía en frente suya.

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Tras este fastuoso tema de Deep Purple, volvieron a retomar otro de la etapa en solitario de Hughes: Can’t stop the flood. Para seguidamente entrar en el solo de batería acompañado al inico por la guitarra Aldrige. glenn_hughes7El que ha formado parte de Whitesnake, Lion o la agrupación de Dio (quien le presentó a Glenn Hughes), fue retirándose poco a poco de escena para hacer caer los focos sobre los tambores de Pontus Engborg. Todo un fenómeno con las baquetas que no solo tiene influencia de Ian Pace, sino que su toque funk and soul, posiblemente haya sido una de las razones para que Hughes se acercara a él en 2010. Glenn subraya que “es, de lejos, el mejor batería de directo con el que ha tocado”.

Las notas de One last soul del supergrupo Black Country Communion, en el que Hughes formó parte junto con Derek Serinian, Jason Bonham y Joe Bonamassa, no decepcionaron a nadie a pesar de que el vocalista no quiso arriesgar demasiado sus cuerdas, escogiendo tonos más cómodos sin desvirtuar la canción.

Soul Mover, tema funk-rock que grabó junto a Dave Navarro y Chad Smith sería el que cerraría el set por unos instantes antes de volver a las tablas con el bis de rigor. No podría ser de otra manera porque el público quería aún más.

El potente Black Country sería el corte elegido para contentar a la masa, que respondió encantada sin parar de moverse tras casi dos horas de recital. No echamos en falta el teclado de Serinian. Y más que contento se quedó el respetable, cuando el tema más emblemático en la carrera de este virtuoso vocalista, junto a Deep Purple, sonó. No podía ser otro más que Burn. Momento de lucimiento, a mi parecer, del batería que atacó llevando a su terreno esos redobles del gran Ian Paice.

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Después de los 45 minutos de la banda de Jared James Nichols y la hora y 50 minutos del power trío de Hughes, fue más que suficiente para saciar a unos asistentes que no cesaron de aplaudir. La afluencia de público y la buena respuesta recibida en Bilbao, serán los alicientes para traer a la banda de vuelta el año que viene. Así lo ratificó Glenn Hughes, mientras saludaban y repartían sonrisas al público, muy agradecido.

Todo aquel que no haya tenido la posibilidad de asistir en esta ocasión, no debería dudar en aprovechar la visita prometida para el año que viene. Y si, nuevamente, es la Sala Santana de Bolueta la elegida para descargar su música, aún mejor. Una organización, luces y sonido excelente para un evento soberbio, en el que la banda suena como un todo; las cuerdas vocales del gran Glenn Hughes no han menguado; y la demostración de que la juventud está en el interior de cada uno, quedaron firmemente patentes.

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