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Jul
BE PROG MY FRIEND 2014 - (Barcelona)
Crónica y fotos: Javi Galeano
12/7/2014 (Barcelona)    

La primera edición del Be Prog My Friend era una cita a la que no debíamos faltar. No importaba lo lejos, no importaba lo que dejábamos atrás, ni si lloviera o hiciera calor. Lo que sí importaba, ante todo, era la calidad de las bandas, su bagaje, su técnica y sobre todo la pasión que todas ellas despiertan.

 

Pese a que todas las predicciones preconizaban que iba a llover, en la montaña de Montjuïc no cayó una sola gota, bueno sí, alguna de cerveza o whisky se dejó caer por el gaznate e hicieron que el encanto del recinto ganara varios puntos más a su favor. El lugar elegido para el evento del año no fue otro que, el ahora llamado Poble Espanyol gracias al dictador Primo de Rivera, y que cuando se construyó con el nombre de Iberona pretendía dar una visión de los pueblos y construcciones ibéricas con motivo de la exposición universal de 1929. Hoy día es un museo arquitectónico,  muestrario artesanal y además de albergar colecciones de Picasso o Dalí, es un muy visitado centro de ocio. Toda una golosina para un melómano historiador de arte.

 

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La primera banda en romper el hielo fue Antimatter. El proyecto del británico Mick Moss subió al escenario a las 17:00 en punto, acompañado de su banda en formato eléctrico. Comenzaron con las delicadas notas de Redemtion de su album Leaving Eden, para a continuación deleitarnos con el corte que daba título al disco de 2007. La melancolía y la nostalgia se apoderaron desde el minuto uno del pintoresco lugar, a pesar de sonar canciones tan íntimas como Paranova o The last Laugh, frente a un sol de justicia que casi cegaba los ojos de los intérpretes.

 

Después de acercarnos al mundo de Antimatter, que nos fue mostrado dando unas pinceladas por sus temas más clásicos, su set se cerró con dos temas nuevos: Monochrome y Wide Awake in the Concrete Asylum. En total fueron tres temas de su último disco Fear of a Unique Identity y otros tantos anteriores, en los que echamos algo en falta la presencia en directo de Vic Anselmo en las voces, pero en definitiva los cuarenta minutos de los que contaron los ingleses, no dejaron indiferentes a nadie. Ni a los que ya los conocíamos, ni a los que para los que fue todo un descubrimiento, ni para el mismo Daniel Cavanagh que disfrutó junto al público del recital de su amigo Mick Moss con el que ha compartido escenario en más de una ocasión.

 

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25 minutos después de preparar el escenario prosiguieron sus compatriotas Tesseract. Pasaban cinco minutos de las 6 de la tarde, y el joven grupo había venido para dejar constancia de su obra conceptual Concealing Fate, descargando cinco de sus partes: Deception, The Impossible, Perfection, Empathy, y dejando Aceptance para el final tras la apoteósica Nocturne, que es posiblemente el corte más representativo de la dirección que está tomando la banda. Las sonoridades acústicas no faltaron con temas como April.

 

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Todo su set está cargado de cambios de compás bastante complicados, que no asimétricos, logrando una gran armonía subrayada por las melodías vocales o las bases de cuerda. Con su vanguardismo intentan escapar del Nu metal, aferrandose a eso que algunos llaman Djent metal, que no es otra cosa, que el estilo que practican bandas como Messugah o Misha Mansoor, entre otros.

Utilizan guitarras con afinaciones muy graves ayudándose de un número mayor de cuerdas que los estándares habituales, Su guitarrista Kahney Acle ya utilizaba estas afinaciones en su anterior banda Fellsilent, pero es con Tesseract cuando el público les ha hecho una mayor acogida. Como así quedó constatado en las primeras filas de su show, en el que hubo un gran acercamiento también por parte de la banda, bajando incluso a las cajas de graves, para tocar sentado el bajista más próximo a sus fans.

 

El sonido que salió de la P.A. durante Tesseract no fue precisamente sobresaliente y con los siguientes en actuar, los franceses Alcest, la cosa no cambió a mejor. Pero estamos hablando de sutilezas pues en general la sonorización fue bastante correcta, teniendo en cuenta que estas bandas no llevaban a su propio técnico, algo que les habría ayudado a lograr una mejor plasmación de sus canciones en la plaza mayor del Poble Espanyol.

 

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Con un pequeño retraso de quince minutos, Alcest nos trajeron su mundo de hadas de ese país en el que todavía se celebran ritos druídicos, comenzando con un sample de lo más ambiental, Wings, para pasar a Opale, es decir, la entrada de su último disco Shelter. A continuación nos deleitaron con el último corte de Les voyages de l'âme, Summer's Glory, dos temas con acordes abiertos, arpegios, cuerdas sueltas y melodías casi salidas de una caja de música abandonada en el desván, que a pesar de lo nostálgico de las composiciones evocaban buen rollo en los presentes por su preeminencia de tonos mayores.

Autre temps, extraído también de su anterior plástico, nos consiguió trasladar a otro tiempo amparándose por el marco incomparable de la plaza post medieval y de la delicadeza que el idioma galo posee en sí mismo, que para la música que acometen, logran una aleación muy fusionada y lógica. Tan bien ligada como el reparto de labores vocales que realizan Niege (alma mater de la banda) y Zero (guitarra).

 

Percées De Lumière y Souvenirs d'un autre monde, prolongaron el ambiente etereo con una amalgama de voces rasgadas con otras cuasi susurradas, y guitarras acústicas con otras distorsionadas que a algunos nos recordaron el concepto inicial de The Gathering.

 

El género en el que se les pretende encasillar a los franceses es el Shoe-gazing, algo que traducido literalmente viene a querer decir mirarse a los zapatos, por eso de no tener contacto visual con el respetable. Cosa que Alcest afortunadamente no cumplieron en Barcelona, pues sí que intercambiaban miradas de complicidad con un público que incluso bailó sus sobrecogedoras composiciones que parten de la base sombría del black metal, hasta la psicodelia del post rock.

 

La intensidad de su último single de diez minutos Déliverance, cerró su actuación manteniendo al final del tema el sample con coros y cuerdas, y dejando un muy buen sabor de boca en los espectadores.

 

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A las 8 y media de la tarde Derek William, o más bien su alter ego Fish, ex-vocalista de los míticos Marillion se sumaba a la fiesta de rock progresivo. En su caso con toques de rock sinfónico al alcance de un mayor número de oídos. Todavía era el sol quien se quería llevar el protagonismo, algo de lo que para nada nos quejamos, pues la temperatura era perfecta.

 

La banda del escocés comenzó a sonar mejor que sus antecesores, quitando eso sí, un momentáneo error técnico que hizo que se perdiera la escucha de uno de los lados de la P.A. Por lo demás, fue una actuación en la que fue increcendo. Comenzando con su recién estrenado Perfume River, seguido de Feast of Consequences, hasta llegar al clásico de Marillion Script of a Jester's Tear, posiblemente el corte más esperado por el público a juzgar por su acogida.

 

Durante Big Wedge su voz comenzó a aclarar y a sentirse más cómoda que en el anterior tema. Y fue a partir de éste, cuando Fish anunció a los asistentes sus próximas citas con el público de la península, pues será en noviembre cuando se vuelva a acercar por tierras ibéricas, en concreto el 22 y 23 de noviembre en Madrid y Barcelona respectivamente, para presentar su último trabajo de una manera más dilatada que en el presente festival, por lo que pidió disculpas al no poderse alargar más en su set debido al respeto a los horarios.

Así pues, fue a través de un Medley de varios temas, la única forma de saciar las ganas de los fans de escuchar, al menos parte de los temas más significativos de la carrera del carismático vocalista. En él se incluyeron: Assasing, Credo, Tongues, la mítica Fugazi (joder..., qué recuerdos!...perdón), A view from the Hill y White Feather. Y no fueron solo sus más acérrimos seguidores quienes se sumaron a la banda con las palmas que fish pedía una y otra vez.

 

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El señor William Dick demostró que sigue estando en forma y que mantiene una gran soltura sobre las tablas, a pesar de que ya no pueda interpretar los clásicos de Marillion como antaño por su amor al humo del tabaco, y los músicos que le acompañan gozan de una impresionante veteranía, no solo por su edad, sino por sus maneras de tocar. A destacar el teclista, no por su lenguaje corporal precisamente pero sí por su extraordinaria técnica, y sobre todo el batería que logró su momento de protagonismo al ejecutar un escueto pero impresionante solo.

 

La noche ya había caído y llegaba el momento de ver a, los que para unos eran, el cabeza de cartel pese a no plasmarse en éste.  Anathema estaban sobre las tablas a eso de las diez delante de un público que había aprovechado los 30 minutos de preparación de su raider para cenar a unos precios bastante razonables, y la banda llegó para cenarse al público en nueve bocados en forma de nueve temas. Empezando por las dos partes de Untouchable y siguiendo por la creciente Thin Air, en la que el público comenzó a acompañar con sus palmas, para más tarde pasar a mostrarnos parte de su último disco tomando la tercera parte de The lost song como ejemplo.

 

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El público estaba entregado y la banda estaba disfrutando de lo lindo, síntoma que contagió a los presentes, algo que tuve la ocasión de transmitir a Vincent Cavanagh, vocalista principal del grupo, al final de su actuación. Él mismo lo constató, tanto al final como durante el concierto, al manifestar que este era uno de los mejores festivales en los que habían tocado, por el ambiente que se respiraba en cada esquina y por las bandas con las que compartían cartel.

 

Por supuesto, su hit más potente, la progresiva Closer, nos hacía girar en una continua espiral dejándonos llevar por la voz filtrada por el talk box de Vincent a través de su teclado, y los loops en los solos de guitarra de su hermano Daniel.

 

El subidón de Closer hizo que acogiéramos mejor la pausada A Natural Disaster, en la que la voz femenina de Lee Douglas ya comenzó a ganar protagonismo con la publicación del homónimo plástico, y que con su último trabajo Distant Satelites que sonó después, dejaron claro que sus cuerdas vocales no son las de una mera corista. Además del papel cada vez más destacado de Douglas en estos últimos temas, las labores del que ahora se a colocado detrás de los tambores ha ganado aún más peso en la banda y puede ser la clave en la nueva andadura de la banda. No es otro que Daniel Cardoso, el prolífico productor y multiinstrumentista portugués que anteriormente tocaba los teclados del grupo, y que ahora demuestra sus dotes rítmicas en el batería, acompañado por la percusión de John Douglas sumando dos brazos más.

 

Los vibratos vocales tan característicamente anglosajones tan similares a los de la gran Lisa Gerard, destacaron en A Simple Mistake y dieron razones más que suficientes para justificar la presencia de Anathema en un festival de rock progresivo, pues se trata de una pieza para nada similar a los estándares requeridos por una radio-fórmula cualquiera.

Con el gentío en el bolsillo solo quedaba decir adiós (o hasta el próximo otoño pues será entonces cuando vuelvan por estos lares) con el clásico por excelencia Fragile Dreams, haciendo comenzar la canción con un “uno, dos, tres” en castellano y provocando la compenetración con los asistentes que no dejaron de saltar durante toda la canción y despidieron al grupo de Liverpool coreando su nombre entre palmas y más palmas.

 

Tras el set de una hora de Anathema, era el turno de los suecos Opeth. Los más esperados de la noche y cabezas de cartel oficiales emergían, con diez minutos de retraso, de entre las tinieblas del backstage, como de costumbre, con la romántica banda sonora que se utilizó para el remake de Nosferatu, escrita por  los míticos Popol Vuh. Sin mediar palabra pusieron la carne en el asador con el que para un servidor es su tema más redondo, el siniestro The Devil´s Orchard.

 

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A continuación las voces guturales de Mikel Akerfedt se apoderaron del lugar, demostrando una gran versatilidad vocal con Heir Apparent, White Cluster o Demon of the Fall. Seguidamente pararon unos instantes para homenajear en un segundo a Napalm Death con una versión perfecta de su record guiness, You Suffer.

 

El brillo de la luna durante Hope Leaves intensificó la sublimidad del tema, y la siguiente en sonar, Atonement fue como un susurro en medio de la noche después de la tormenta del inicio del show. Una tormenta que no cesó pues volvieron a la carga con cortes como Deliverance que hicieron las delicias de los fans más obtusos que se niegan a que utilicen otros registros vocales diferentes a los guturales y rasgados. Pero “Miguelito” como así le aclamaron cariñosamente más de una vez desde el público no es un músico que se cierra en banda como esos de los que se mofó: Manowar. Opeth van más allá.

 

El espíritu de King Crimson parecía flotar en el ambiente durante temas exóticos y sincopados como The Lines In My Hand. Esperemos que la promotora del evento tenga en cuenta el retorno de la banda inglesa para la siguiente edición, sería todo un lujo muy de agradecer por los amantes del rock más jazzistico.

 

Para finalizar su función, Opeth escogieron el oscuro Black Water Park, tema que cierra su disco de 2001 del mismo nombre. Toda una apoteosis final y ejemplo de composición de metal progresivo, que era para lo que los asistentes estaban congregados y que disfrutaron de principio a fin. Como era de esperar, la agrupación sueca no defraudó.

 

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Los también suecos Pain of Salvation eran los encargados de cerrar el festival. Lo hicieron delante de menos público que sus compatriotas, ya que parte del público decidió retirarse a la una de la madrugada, probablemente para coger un medio de transporte que no esperaba, más que por la falta de ganas de ver a estos excelentes músicos.

 

Lo malo de la función de la banda fueron los fallos de sonorización que, a pesar de ello, no lograron empañar del todo su actuación. Al igual que Alcest, Pain of Salvation no trajeron consigo a un técnico de sonido familiarizado con sus quehaceres, sino que se encargaron los técnicos de la casa. Un gran detalle que muchos grupos no tienen en cuenta y que les termina pasando factura pues no todos los asistentes apuntan a los técnicos sino a los músicos.

 

El repertorio seleccionado fue bastante variado y sobre todo tiraron de sus primeros discos. De la intro electrónica de Remedy Lane pasaron a su prolífico Conditionated, y tras un fastuoso solo de batería, interpretaron otra de su grabación de 2010 Road Salt One, No Way. Llena de cambios de movimiento y a la vez de mucho swing. Sin gastar demasiada saliva con el público pasaron a representar dos temas, escritos 14 años atrás, de The Perfect Element seguidas: Used y Ashes. Fueron estas las que más lograron mover al respetable, junto a People Passing By que gracias a los golpes de slap del bajo lograron mantener a la gente atenta.

 

La interpretación de Chain Sling fue impulsada por las notas de un violín que se sumó en el escenario, dando un toque muy celta. Tras ella volvieron una vez más a Road Salt One con su famoso Linoleum, que no fue ninguna pega para el ya no tan nuevo guitarrista Gustaf Hielm, al que se le ve muy integrado, y sobretodo, disfrutando con cada canción.

 

Volvieron a Pefect Element a través de Falling y el último corte del citado disco para finiquitar la actuación, contando nuevamente con el apoyo de las cuerdas del violín, ya pasando del tiempo estipulado para su set, síntoma de que los chicos de Daniel Gildenlöw tenían ganas sobradas de tocar siendo ya casi las 2:40 de la madrugada.

 

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A esa hora se dio por concluida la primera edición del Be Prog! My friend, con una más que notable acogida por parte del público, que no fue para nada masificado. Fueron algo más de 2000 los asistentes a esta primera etapa de un festival que deseamos que continúe por mucho más tiempo.

Aunque hubo pequeños problemas subsanables, estamos seguros de que la organización tomará nota de todo ello y podrá continuar con esta muy buena iniciativa que desde aquí aplaudimos, y que ya ha puesto en marcha con una anunciada segunda edición que contará con Riverside e Ihsahn, en el mismo sublime emplazamiento y en el mismo fin de semana del año próximo. Si en la segunda edición nos sentimos la mitad de a gusto que en esta primera, nos sentiremos satisfechos porque esta vez, afortunadamente, los “progs” fueron más que los contras.

 

 

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