Excelente acogida a Bryan Adams la del pasado viernes 29 en el BEC de Barakaldo, a la que el canadiense respondió con un recital a la altura.

El precio, nada módico, de las entradas no fue un impedimento para que casi 10.000 personas se dieran cita en el Bizkaia Arena. Ya antes de las 7 de la tarde una larga cola se comenzó a formar dentro del recinto para que, exactamente a las 20:00, hora establecida de apertura de puertas, el gentío fuera entrando de manera muy ordenada y fluida, tras pasar los registros de rigor.



El hecho de que haya diferenciación del tipo de entradas hace que el acceso a pista esté restringido, únicamente, para las personas que optan por este tipo de entrada, contribuyendo de esta manera a que la seguridad aumente de manera exponencial. En ese sentido, la organización estuvo correcta.

Hubo tiempo de sobra para que el público se acomodara en sus respectivos sitios para que 15 minutos después de la hora de inicio estipulada, la cara de Bryan Adams del video wall diera un grito al público anunciando el comienzo del concierto como pistoletazo de salida.

“Do What Ya Gotta Do” de su último disco, Get Up, fue la primera en sonar. Un tema de dos minutos, que fue el tiempo que tenían los fotógrafos acreditados para inmortalizar el concierto desde el foso, y el tiempo suficiente para darnos cuenta de que el sonido y las luces iban a ser un plus en la actuación, sumado a una animación audiovisual creada expresamente para el show.

Sin parar un segundo saltaron 25 años atrás con “Can't Stop This Thing We Started” que, a juzgar por la respuesta de los apelotonados en la pista, sigue teniendo la misma vida de siempre. En las pantallas se creaba una realimentación de video en forma de perspectiva, haciendo meterse a los más inmediatos al escenario aún más cerca.



Después de un breve saludo, Bryan y su banda, continuaron con “She's Only Happy When She's Dancin' “. Sería el primer tema de Reckless de los 7 que tocarían en una noche muy ochentera. Keith Scott empezaría entonces a ganar protagonismo, llenando de armónicos con sus solos a lo Billy Gibons un recinto prácticamente lleno.

“Run to You”, también del disco Reckless, sonaría seguidamente con una animación de proyecciones en pantalla. Tras su ejecución, el canadiense manifestó rápidamente lo contento que estaba por volver a Bilbao. Acto seguido retomaron con el segundo tema del nuevo álbum, “Go Down Rockin’ ”, con la que la gente participó efusivamente en un coro lleno de falsetes, mientras infinitas figuras caían continuamente en las pantallas.

Fue en ese momento cuando los focos apuntaron al público, que sería el primero en entonar los primeros versos de “Heaven”. También acompañaron con palmas durante los punteos de Keith en la siguiente canción, “The Kids Wanna Rock”, en la que Mickey Curry finiquitó con un solo de batería ganándose las ovaciones de los allí presentes.

En “It’s Only Love” sería Keith el encargado de acompañar a las voces a Bryan Adams. Una canción con esos silencios que sobrecogen y son tan importantes en el rock, para dar vigor a la siguiente parte de la composición. Las ovaciones continuarían aclamando una vez más durante el solo de guitarra de Keith, que no vaciló al girar la guitarra alrededor de su cuerpo, recibiendo aún más aplausos tras ser presentado por Bryan. Seguidamente pasarían a tocar “This Time” con la ayuda del público en los coros y marcando el ritmo con sus palmas.

Un breve inciso sirvió para que el rubio frontman recordara a la audiencia que tenían nuevo disco, para continuar el espectáculo con la cincuentona “You Belong to Me”, en la que su guitarra favorita, la Gibson ES-295, sonó espectacularmente pulcra y nítida.

Pero el momento que hizo levantarse al público de las gradas fue, sin duda, con “Summer of ’69”. En ella los dos guitarristas irían de un lado a otro del escenario con una soltura que todavía mantienen, intercambiándose un lado por el otro mediante palmadas en el aire sin soltar el instrumento. Sería un instante álgido para pasar a un tema en acústico, en este caso una versión de su propia canción, “When You’re Gone”, escoltado por las voces femeninas de la audiencia, queriendo emular a una de las vocalistas de aquel grupo británico de invernadero, “de cuyo  nombre no quiero acordarme...”.

La archiconocida, “(Everything I Do) I Do It for You”, sería la siguiente en el set list. El piano de Gary Breit dio cuerpo a una canción que fue muy bien acogida. Pero había un tema que un grupo de entre el público quería que sonase en Bilbao esa noche. Un grupo de chicas que portaban unos carteles con las palabras “Let’s Make a Night”. Bryan Adams captó el mensaje y no dudó en tocarla de una forma muy suave.



El momento divertido de la velada fue cuando Bryan preguntó a la audiencia por alguien que bailara para él el siguiente tema, “If Ya Wanna Be Bad, Ya Gotta Be Good”. Salían voluntarias por todos lados pero el músico canadiense pidió que enfocaran con cámara y luces a una tal Susana que, a pesar de no ser precisamente una adolescente, no dudó en seguir el ritmo de la canción desde el balcón de la grada. Tras concluir, Bryan preguntó: ¿con quién estás? ¿Ese que está ahí es tu padre? Lo que provocó la risa de todos.

Las pantallas se llenaron entonces de caballos para ilustrar los ritmos de “Here I Am” y después continuar con “Somebody”, ganándose nuevamente al público con su rock políticamente correcto que no disgusta a nadie.




El ritmo se volvió a calmar nuevamente con la acústica “I'll Always Be Right There”, interpretada mano a mano por los dos guitarristas en solitario sobre las tablas, compartiendo unos focos que con el siguiente corte, “Have You Ever Really Loved a Woman?”, se tornaron de rojos y cobrizos para dar un toque hispano al tema que sirvió de banda sonora de la película Don Juan DeMarco, canción en la que también participaría el gran Paco de Lucía y que tuvo su pequeño homenaje apareciendo en las pantallas durante la interpretación.

En “Cuts Like a Knife”, Bryan no dudó en soltar unas cuantas palabras en castellano para animar a la gente, gritando: “un, dos, tres, cuatro… con pasión!” Detalle que el público aplaudió durante unos segundos antes de sonar “18 til I Die” con mucha fuerza, dejando claro que por dentro sigue siendo tan joven como al principio, a pesar de sus 56 años, e intentando hacer sentir lo mismo al público cercano a su quinta.

Verdes, rojos, blancos… las pantallas se llenaron completamente de colores planos con “The Only Thing That Looks Good on Me is You”. Canción para realizar una pequeña parada antes de los bises, que se retomaron después de un fuerte estruendo, provocado por los saltos en el graderío, replicando más.

No tardó en salir para tocar el single de su último disco, Brand New Day, tema con el que también comenzó el año nuevo en su concierto de Londres.

Toda la gente que consiguió posicionarse en las primeras filas tuvo su recompensa al poder salir en las pantallas gigantes, mientras sonaba la versión de Eddie Cochran, “Come On Everybody”. Canción con la que Bryan despidió a su banda después de recordar sus nombres, para quedarse solo ante el público con su guitarra acústica e interpretar una sentida versión de “She Knows Me”, continuando con otro unplugged de “Straight from the Heart” con su armónica, y bajo la iluminación de miles de teléfonos móviles, a modo de mecheros al aire, se cerraría el recital con “All for Love” con un público muy participativo.

Tras sacar una foto al respetable, Bryan se despidió diciendo que habían estado maravillosos.



Fue, en definitiva, un concierto de casi dos horas cargado de ritmo y sin apenas pausas. Un concierto en el que el público no cesó de corear los temas, aunque las que mayoritariamente sonaran fueran voces femeninas. (Probablemente, porque los varones del público del BEC tuvieran miedo a perder la virilidad, por entonar unas letras que seguro conocían bien). Un concierto para disfrutar mejor en pareja, para recordar viejas batallas, amores perdidos, amores ganados,… para meternos en la cabeza de que la juventud va por dentro y para corroborar que, afortunadamente, el rock sigue en pie.