Noche lluviosa la de ese sábado otoñal en Vitoria/Gasteiz, más conocida como Siberia/Gasteiz, que terminaría por llenarse del calor de una banda muy querida por la zona. Prueba de ello fue el “sold out” que anunciaba la sala Jimmy Jazz días antes del evento.

Si algunos lo que más acostumbramos a ver, antes de los conciertos, son colas de melenudos vestidos de negro, esa noche eran muy pocos los que encajaban con semejante estética. En cambio abundaban las rosas rojas encajadas a la oreja y los vestidos de lunares, mezclados con vaqueros y cuero.

Apertura de puertas a las 21:30 y todavía aparecían algunas personas en busca de una entrada de sobra que comprar. Buen ambiente con música house y similar para que algo más de media hora más tarde el humo llenara el escenario dando forma a la luz del foco que iluminó las máquinas de Alejandro Acosta, que sería el primero en aparecer sobre el escenario después de que sonara un fandango de El Cabrero, genio y figura del flamenco más reivindicativo. El Todo y la Nada sería el tema que rompería el hielo y acercaría a un público con muchas ganas de fiesta.



Después de la canción en la que ha colaborado El Niño de Elche, sonaría Burning haciendo énfasis en la presentación de su último lanzamiento, Aurora. Los loops y samples tomaban fuerza con la base rítmica de Alberto Rodrigo y Carlos Sosa, que permanecieron un papel secundario pero no falto de elogio.



Toda la sala estaba ya volcada en la pista de baile, cuando Cristina Manjón “Nita”, coronada con una diadema de rosas rojas que hacían juego con el resto de flores repartidas por el escenario, comenzaba a sudar su chal negro. Era turno de volver a los primeros trabajos con Talking seguido de Trece Lunas.



Tras los agradecimientos al público volveríamos al nuevo plástico con La Primavera, en el que la voz de Alejandro ganaba protagonismo, mientras Nita bailaba cada golpe del sintetizador de percusión de Carlos. Estaba claro, por la reacción del respetable, que su nuevo trabajo ha encantado tanto a acérrimos como profanos de esta banda sureña. “El Viento” ratificaría esta afirmación sin olvidar los inicios con “Monkey”.

Los aires de copla, soul y electrónica inundaban la sala y los sonidos bailongos de “New Life” los mantenían bien alto.

“Not True”, nuevamente de su último trabajo, relajarían sutilmente el ambiente haciéndolo algo más chill out pero solo por sutiles momentos para retomar los ritmos pegadizos



Nita no paraba de agradecer una y otra vez con infinitos “eskerrik askos” por la gran acogida a cada uno de los temas y Alejandro estaba entusiasmado por comprobar que, después de tres veces de haber pasado por la capital alavesa, habían llenado la sala de conciertos, como igualmente hicieran el día anterior en el Antzoki de Bilbo.

Retomarían con una versión para directo de “Mi Secreto” para, a continuación, pisar ligeramente el freno con “Today”, que mezcla el ambiente de nostalgia con el drumm and bass. La que volvería a subir el ánimo sería “Nature”, de su disco Trece Lunas.

Con todo el gentío metido en el bolsillo llegaría el momento de, una vez más, recalcar que Aurora es su nuevo trabajo y que ya es posible conseguirlo en vinilo. Toda la Vida sonaría para celebrarlo.

“Read my Lips” daría un toque más guitarrero y rockero a la noche, cargado de una voz muy soulera que gana muchos enteros en directo. Una voz limpia, entonada y que mantiene su fuerza hasta el final de cada nota, sin necesidad de poner calificativo racial a su estilo.

“Shiny Soul” acentuaría su lado más rockero pero a la vez muy disco. El personal no pararía de saltar durante todo la canción, devolviendo la energía a unos artistas más que agradecidos.

Parte del tema en el que Estrella Morente ha colaborado, Medina, sonó de una forma que se nos hizo efímera hasta llegar a “Always Searching”, posiblemente el tema más conocido de la agrupación. Un tema muy de directo y que engloba toda la esencia de Fuel Fandango.



Los zapateados de la cordobesa cobrarían relevancia sobre un pequeño podio en el siguiente corte que cerraría la noche, “Salvaje”.

Ni Ale ni Nita pararían de levantar al público y éste respondió en todo momento, incluso una pequeña niña a pie de escenario no dejó de cantar sus estribillos, cosa que encandiló a la cantante de la banda, no sin recordar el cuidado de los oídos de los pequeños.

Fue un bolo que, como ya nos esperábamos, sería para recordar. Un concierto para todos los públicos, cargado de energía que englobó infinidad de estilos y texturas bajo compases flamencos que inevitablemente hicieron bailar a cada uno de los allá presentes. Un show cargado de sonidos novedosos y a la vez vintage; de respeto por la tradición pero también vanguardista, que nos rememoró a grandes como el granadino Enrique Morente, alguien que siempre fue más allá de su zona de confort, o a los sonidos electrónicos de los de Monpellier, Rinôçérôse, pasando por Daft Punk.

El concierto estuvo cargado de sincretismo y de la simbiosis de estilos que siempre suelen palpar. Esperemos que sigan indagando, como a ellos les gusta, y continúen sorprendiéndonos con puestas en escena como la que pudimos disfrutar esa noche. Confiemos en que esa base rockera que siempre está presente en sus directos y que les da tanta energía, gane peso también en sus álbumes, porque la sinergia entre pasión, delicadeza y dureza siempre dio buenos frutos.



La velada del sábado terminaría, en Jimmy Jazz, con una sesión musical muy acertada por parte de un dj, que conseguiría que mucha gente permaneciera en el lugar y aprovechara el dos por uno en consumiciones, con el que la sala de conciertos obsequió a todo el que asistió al concierto.



Nadie debería dudar en aprovechar la siguiente oportunidad de ver a Fuel Fandango, si quiere disfrutar de una noche de fiesta y buen rollo. Esperemos tenerlos de nuevo por el frío norte más pronto que tarde. Aquí, aunque no lo hagamos con tanta gracia como en el sur, también nos gusta mover el esqueleto.